Se conocieron en el albergue para viajeros “Hermanos en el Camino”
La sotana perdió la batalla ante el amor esta mañana en Oaxaca, después de que el sacerdote Armando Barrón Peralta le dio el sí en el altar a Venildia Abigail López González, migrante hondureña con la que tiene una relación de 10 meses. Con esto, el párroco no solo se convierte en recién casado, sino que además dejará los hábitos y se dedicará a vivir con su pareja.
El padre José Alejandro Solalinde Guerra no solamente vio con buenos ojos el retiro de su colega en nombre del romance, sino que además firmó el acta de matrimonio como testigo de esta unión que fue sellada gracias a la oficial del registro Elizabeth Gurrion Matías, quien determinó que se cumplieron todos los requisitos legales.
La unión fue presenciada por El Heraldo Radio Istmo. En ella se pudo constatar la alegría de la pareja, la cual tuvo como compañía única a los testigos para la firma del documento.
El exsacerdote y su esposa comienzan una nueva vida
La fe cristiana tiene como requisito para todos sus sacerdotes el no contraer nupcias, ni tener romances de ningún tipo como una muestra de entereza espiritual y compromiso único con difundir la palabra de Dios en su congregación. De esta forma, los hombres de fe abandonan cualquier posibilidad de tener relaciones amorosas o sexuales de manera permanente.
Pese a que en un inicio la Iglesia católica permitía que los sacerdotes se casaran, no fue sino hasta el periodo que comprende entre 1123 y 1139 que se llevaron a cabo dos concilios que anularon esta opción para los padres, a fin de que no hubiera posibilidad de una degradación moral entre los clérigos.
Debido a esto, el párroco deberá abandonar todas las acciones derivadas de su papel como líder espiritual de la Iglesia y tendrá que optar por una vida convencional a lado de su pareja.
Abigail salió de Honduras para llegar a EU, pero se quedó en México por amor
Abigail tiene 47 años de edad y como muchos de los migrantes que dejan su natal Honduras, llegó a suelo mexicano con la intención de llegar hasta Estados Unidos en busca del “sueño americano”.
El camino la llevó hasta al albergue de migrantes “Hermanos en el Camino”, que dirige Solalinde y el cual se encuentra en Ciudad Ixtepec. Además de encontrarse con un lugar donde pernoctar de manera segura, la mujer halló la amistad de Armando.
El hombre de 67 años de edad se convirtió en su amigo. Las charlas entre ellos, los encuentros fortuitos y la convivencia amena duró dos meses hasta que todo dio un salto.
Fue en octubre de 2023 cuando el sacerdote tomó la decisión que se convirtió en el parteaguas de su vida y le pidió a Abigail que se convirtiera en su novia. El elefante blanco en la habitación fue qué haría él con su cargo, a lo cual ambos llegaron a la decisión de que colgaría la sotana.
Entonces comenzó el proceso para dejar los hábitos. Este trámite podía llevar varios años en el pasado, pero una reforma que el Papa Benedicto XVI realizó al Código del Derecho Canónico permite actualmente a los padres el dejar este puesto tras una autorización de su superior. En el pasado debía haber una aprobación de diversas entidades hasta llegar al Sumo Pontífice.
Aquí nació el amor de la pareja
La pareja inició su nueva vida con un beso
El compromiso de Abigail y Armando no quedó únicamente en el noviazgo. Para demostrarse a sí mismos que iban en serio, decidieron iniciar el proceso para casarse formalmente.
Después de las preguntas, vencer el miedo al qué dirán y pasar por una decisión determinante en la vida de los dos, se casaron este lunes a las 12:00 horas en la entidad que vio florecer su romance.
La juez del Registro Civil los exhortó a caminar con cariño en esta sociedad, a darse ayuda mutua y sobre todo a sobrellevar cualquier situación que pudiera afectar su unión. Luego de la firma del acta de matrimonio, los contrayentes se dieron el beso a petición de los presentes.
Él tiene 68 años y ella 48. Si bien la unión no tuvo más presencia que la de los testigos, en el albergue donde se conocieron se llevará a cabo un convivió para celebrar que ni las fronteras entre las naciones, ni las que hay entre en la religión pueden vencer al amor.